En este documental, el director Pedro Barandiaran retrata la vida de Segey Spivak Laurson, un extraño pintor soviético radicado en Argentina que arrastra un pasado misterioso. ¿Peleó en Afganistán para el ejército ruso? ¿Por qué es un apátrida? Segey responde con evasivas mientras su única obsesión es pintar las Cataratas del Iguazú. Pero un llamado desde Rusia cambia sus planes y su pasado reabre el presente como una cicatriz mal curada.
Cuando leí por primera vez la historia de Segey Spivak Laurson, publicada en un diario de La Plata, me acordé de Billy Pilgrim, el protagonista de Matadero 5, la novela de Kurt Vonnegut. La nota hablaba de un gulag soviético dentro del Círculo Polar, del Museo Hermitage, de la guerra ruso-afgana, de una bomba que lo había dejado casi sordo y moribundo en un hospital de Estonia, del Rey de Marruecos, de las torres de la Catedral.
Cuando finalmente lo conocí, Segey no habló de la guerra ni de la muerte, no habló de su familia, no habló de volver a casa. Me dijo que su nombre significaba morsa en idioma komi y habló de las Cataratas y de los cuadros que pintaba obsesivamente del paisaje misionero sin conocerlo. Como en la novela de Vonnegut, él también era un peregrino condenado a navegar fuera del tiempo.
Un día, descansando del rodaje en la orilla de un lago, Segey me contó que conoció a Andrei Tarkovsky. Le pedí que me narrara esa historia con la cámara prendida, pero de eso tampoco quiso hablar.
Dirección: Pedro Barandiaran.
Guión: Fernando Krapp y Pedro Barandiaran.
Producción Ejecutiva: Germán Sarsotti.
Dirección de Fotografía: Juan Ignacio Zevallos.
Montaje: Pedro Barandiaran.
Intérpretes: Segey Spivak Laurson / Vadim Spivak.
Sonido: Federico Bacigalupo / Natalia Toussaint.
Música: Juan Ignacio Zevallos.
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